ADAM ZAGAJEWSKI

Levad anclas... mariner@s, el Fisuras va a zarpar

Ponemos rumbo a Lvov (Ucrania)
para conocer al premio Princesa de Asturias de poesía 2017


Buena travesía a todos y todas. 

Mi intención es compartir algunos textos del poeta polaco Adam Zagajewski al que redescubrí este verano en Amsterdam. Aunque ya había leído poemas suyos en Internet, una librería de viejo me entregó su rostro en inglés. 


Zagajewski, Eternal Enemies (2008)


Así me volví a encontrar con este célebre escritor, nacido en la ciudad de Lvov (hoy perteneciente a Ucrania) que vivió parte de su vida en Francia y  EE.UU. 

He leído algunos de sus libros, aquellos traducidos por Acantilado al español; en concreto Deseo (2005) y Mano invisible (2012). Aquí os dejo algunos textos que me han resultado especialmente cautivadores.




SÓLO LOS NIÑOS

                                    A Ewunia

Sólo los niños jugaban con la arena
(les acompañaba el olor narcotizante
de los tilos en flor, no lo olvides)
sólo los niños, aunque también
el diablo, y los dioses menores,
e incluso los olvidados políticos
que incumplieron todas sus promesas
estaban allí y los observaban
con una infinita admiración.
Quién no quisiera ser niño
¡por última vez!

(De Deseo, trad. Xavier Farré)



CON MI PADRE DE PASEO

Mi padre apenas recuerda nada. Con pocas excepciones. 
"¿Recuerdas cuando arreglaste el transmisor de la A.K?"
"Claro que lo recuerdo". "¿Pasaste miedo?"
"No lo recuero". "Y mi madre, ¿pasó miedo?"
"No lo sé"
"¿El jardín de la calle Piaskowa?" "Claro"
"¿Cómo huelen los tilos en flor?". "No"
"¿Recuerdas al señor Romer?". "A veces". 
"¿Y cuándo estudiabas en Czantoria?". "Quizás no"
"¿Recuerdas la infinitud?". No, no la recuerdo. 
"Pero pronto la veré" (podría haber dicho eso)"

(De Mano invisible, trad. Xavier Farré)



SI FUERA TOMAZ SALAMUN

Si fuera Tomaz Salamun,
tal vez estaría siempre contento.
Bailaría por la noche largo tiempo en el Maly Rynek
al compás de una melodía que nadie sabría reconocer. 
Interpretaría la Quinta de Mahler al acordeón, con alegría. 

Pero qué le voy a hacer, soy un introvertido
que devuelve demasiado tarde los libros a la biblioteca
y a veces envidia a los protagonistas de la vida: 
socorristas bronceados de las playas de agosto. 
Hablaría mucho tiempo de esto. 

Una cosa es segura: no soy Tomaz Salamun. 
A Tomaz se le concedió el don de dos imaginaciones: 
la eslovena y la mexicana, y con ellas hace malabarismos
a una velocidad asombrosa, 

pero yo soy un eterno estudiante de estenografía
que intenta entender cómo la muerte entra en casa
y cómo sale de ella y vuelve de nuevo, 
y cómo la vence una chica llena de pecas
que recita a Dante de memoria, 

y también busco la llama del entusiasmo
en cualquier sitio, incluso en un cine barato, 
en el tren y en casi cada cafetería 
(pero esto más que separarnos, nos une). 

Si fuera Tomaz Salamun, 
haría locuras sobre una bicicleta invisible, 
como una metáfora liberada de la jaula del poema, 
insegura de su libertad, 
pero contenta del movimiento, del viento y del sol. 

(Recuerdo cómo alguien nos gritó, 
quizá en Münster: "Ánimo, poetas
eslavos, sólo el tiempo os vencerá",
y tú hiciste una mueca como si quisieras decir, 
a ver, tranquilo, tal vez ya sea demasiado tarde). 

(De Mano invisible, trad. Xavier Farré). 


"EL OBJETIVO DE UN VIAJE ES SÓLO EL INICIO DE OTRO VIAJE" 

(JOSÉ SARAMAGO)


Si un viaje invita a una nueva salida,  un poeta nos conduce a un nuevo autor. 

Es por ello que en el próximo post haremos escala en un escritor cuya poesía me era ajena hace apenas un par de islas: Tomaz Salamun. 



Espero que disfrutéis del paseo

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